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Por: Omar Fernández. -Al escribir es­te artículo se cumple un año de que asu­miera la res­ponsabilidad de represen­tar a los dominicanos ante el Congreso Nacional. De­bo confesar que, al mirar hacia atrás, me embargan emociones que no conocía; pienso en todo lo que hemos avanzado en este año y eso me llena de ilusión y entu­siasmo.

También admito que, a pesar de que tenía una agen­da clara y planes concretos, nunca imaginé la cantidad de trabajo, retos y experien­cias con las que podía en­contrarme; cada vivencia ha hecho de este camino una experiencia verdaderamen­te memorable.

Para dotar a la nación de reglas claras que garanticen un proceso transparente e institucional durante un pe­ríodo tan sensible para la de­mocracia, sometí junto a mi equipo un proyecto de ley que genera obligaciones y limita el accionar de los re­presentantes salientes y ga­rantiza a los entrantes ob­tener toda la información necesaria para asegurar la continuidad del Estado.

Hacia allá vamos, pues tengo un compromiso irre­vocable con la transparencia y la institucionalidad.

También, tuve la satis­facción de cumplir con un compromiso que asumí du­rante mi campaña. En los primeros 100 días de ges­tión congresual, sometí una resolución que decla­ró de prioridad nacional, abordar la crisis de violen­cia contra la mujer que vivi­mos, con el objetivo de in­crementar la inversión y los esfuerzos para atender este fenómeno.

Es una deuda que nuestra sociedad tiene con la mujer dominicana, la cual entendí temprano y a la que no pue­do ser indiferente.

Alcé mi voz en favor de los trabajadores que se en­contraban suspendidos co­mo resultado de la grave crisis económica post pan­demia. Para esto, solicité al gobierno central la ex­tensión de los programas sociales que apoyaban a dichos trabajadores, iden­tificando responsablemen­te la fuente presupuestaria que se podía utilizar para sostenerlos.

En momentos donde la incertidumbre sobre el pro­ceso de vacunación invadía al país, exigí sin descanso que se le presentara al país un plan de vacunación que garantizara el bienestar de los dominicanos.

Durante la discusión so­bre la reforma policial, di­mos un paso al frente a favor de los uniformados domini­canos, proponiendo una re­forma policial integral que abarque temas sensibles co­mo la formación y el equipa­miento de los agentes.

Y no puedo dejar de men­cionar la pieza legislativa a la que más tiempo le inver­tí en este año: El Código Pe­nal, el cual que me ha deja­do muchas enseñanzas.

Desde la Comisión de Justicia, luchamos por cas­tigar la corrupción admi­nistrativa, los delitos elec­trónicos, el sicariato, el uso de sustancias quími­cas corrosivas para agre­dir a personas, la violencia de género, el feminicidio, el abandono de enveje­cientes y menores de edad, la tortura, redefinimos el concepto de acoso; entre otras varias decenas de ti­pificaciones, que tienen como objetivo llevar más seguridad a los dominica­nos, garantizando un mar­co legal que promueva el efectivo combate contra la delincuencia.

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