Por: Guillermo Moreno
Nunca como ahora se necesita de ese liderazgo judicial y autoridad ganada por Miriam Germán para desde el Ministerio Público, de forma responsable y determinada replantear el caso de Odebrecht y reconducirlo para evitar las trampas dejadas con el objetivo de garantizar impunidad respecto de infracciones y obras no investigadas y de autores y coautores no perseguidos penalmente.
Al escribir estas líneas rememoro a la Miriam Germán que conozco por décadas. Siempre erguida y valiente frente al poder. Con un acendrado compromiso social que expresa impartiendo justicia, restituyendo derechos al desvalido, deshaciendo los nudos de la arbitrariedad. A esa Miriam Germán, Magistrada, escrita así con mayúscula, ciudadana, amiga, le escribo consciente de lo que la función que hoy desempeña y las medidas que adopte van a representar en el futuro inmediato del país.
Respeto la decisión de Miriam Germán de inhibirse, pero no la comparto. Es cierto que la ley exige a los miembros del Ministerio Público “objetividad”, en el sentido de que no desnaturalicen los medios de prueba, ni ignoren u oculten las que puedan favorecer al imputado, lo que se complementa con la obligación de obtenerlos por vías legales. Pero distinto al juez, en el proceso penal, el Ministerio Público es una parte, es parcial, toma partido contra el acusado, en fin, es su acusador.
En su voto disidente, en la decisión sobre aquel recurso de apelación conocido en la Suprema Corte de Justicia, respecto de las medidas de coerción contra los acusados en el caso Odebrecht, la magistrada Miriam Germán, como jueza de ese alto tribunal, expresó su preocupación por “el aspecto probatorio del proceso”. En realidad lo que ella señaló fue precisamente la falta de objetividad del exprocurador general de la República, Jean Alain Rodríguez, pero en este caso, por excluir o manipular intencionalmente los medios de prueba presentados para darle sustento al expediente acusatorio, a sabiendas de que finalmente serían una fuente de impunidad. Es eso lo que nos está diciendo en su voto disidente cuando afirma que la mayor parte de las pruebas son fruto de delaciones premiadas pero que ninguna contiene “afirmaciones tajantes y precisas”; que el Ministerio Público no aporta transferencias del “intermediario” en los sobornos respecto de alguno de los acusados; que se incluye a personas que salieron de la función pública hace trece años y a otras que no lo estaban en el momento de los hechos.
En esa ocasión, al momento de decidir sobre la libertad de los imputados, a Miriam Germán, como juez le correspondía hacer notar esas graves carencias presentes en la investigación. Ahora como procuradora general de la República, responsable de darle continuidad al expediente de Odebrecht, frente a ese “mamotreto” de investigación, lo que le toca no es inhibirse, sino dar un paso al frente y siendo coherente con los juicios expresados en su voto disidente, pasar a recabar los medios de prueba necesarios y hacerlo con la mayor objetividad procesal.
El caso Odebrecht es el más importante en materia de corrupción de los juzgados en el país. Abarca 17 obras de las de mayor trascendencia construidas de 2001 a 2014, en cinco gobiernos y que involucra a tres expresidentes de la República, decenas de ministros y legisladores. En un expediente de esta magnitud se necesita de un fuerte liderazgo por parte del Ministerio Público en el impulso de la acusación. Precisamente el amplio reclamo de la ciudadanía para que Miriam Germán fuera la nueva Procuradora General de la República se fundaba en que ella, por su independencia demostrada, su honestidad y capacidad es garantía de que en el caso Odebrecht no haya impunidad.
Nunca como ahora se necesita de ese liderazgo judicial y autoridad ganada por Miriam Germán para desde el Ministerio Público, de forma responsable y determinada, replantear el caso de Odebrecht y reconducirlo para evitar las trampas dejadas con el objetivo de garantizar impunidad respecto de infracciones y obras no investigadas y de autores y coautores no perseguidos penalmente.
Además, solo una fuerte voluntad y determinación simbolizada en el liderazgo judicial de Miriam Germán puede constituirse en el contrapeso necesario frente a un Poder Judicial infectado a todos los niveles por muchos jueces con compromisos con el poder político que también está siendo juzgado en el caso Odebrecht.
La ciudadanía quiere justicia sin impunidad. Esa ciudadanía votó para ponerle fin a una administración de justicia adocenada y sometida a los intereses de los gobiernos del peledé. Si alguien tiene conciencia y autoridad frente al adefesio de investigación hecho por Jean Alain Rodríguez es la magistrada Miriam Germán. Por eso, lo que la ciudadanía espera de Miriam Germán es que precisamente asuma su liderazgo judicial bien ganado y reconocido por todos para ampliar y completar la investigación y persecución penal en el caso Odebrecht. Que los autores sean enjuiciados sin importar si son ex presidentes, ex legisladores, ex ministros. La aspiración es que sea la magistrada Miriam Germán, con toda su experiencia, quien se emplee en dirigir el proceso de reunión de las pruebas necesarias, buscándolas donde haya que hacerlo, para que los culpables sean condenados y llevados a la cárcel y se establezca, esta vez, un precedente esperanzador contra la impunidad y el borrón y cuenta nueva.