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Por: Lucy Cosme. -La soledad trae bienestar a quien vive en paz consigo mismo, nos enseña a discernir y enfocarnos, abre la puerta al consejo divino y le da un asiento de lujo a la conciencia. No es lo mismo buscar tiempo a solas que ser solitario, el primero se aparta, el segundo se refugia. La soledad nos prepara para vivir la intimidad sin intimidación; es la cómplice perfecta para diseñar las actitudes que debemos exhibir en público. Unas horas de sobria quietud pueden fermentar el vino del carácter con cuerpo y aroma excepcionales, por tanto que no te preocupe tanto la soledad como estar rodeado de lo que no contiene a Dios. Es allí donde comprenderás que quien es capaz de ensanchar tu corazón amará los rincones más estrechos de tu vida.

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