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Por: Dra. Patricia E. Acra

 

Para la nueva plaga social, que potencialmente representa la muerte de nuestra juventud, no habrán disculpas que valgan, porque el daño marcado sesgaría nuestra historia tan profundamente, que la dividiría en un antes y un después…

 

Todo lo que se necesita para crear la fuerza y los fondos para imponer las propuestas ideológicas de género en nuestros hijos, es permitir la implantación en nuestro país de la ley de “No Discriminación”. Esta ley, con la excusa de justificar educar en neutralidad y aceptación, le impondrá a nuestros niños y jóvenes, de forma obligatoria y transversal, es decir, en cada asignación y durante las largas horas escolares, las directrices señaladas por la Educación Sexual Integral (ESI) a través de la cual “les enseñan a los escolares a considerar una sexualidad temprana, diversa y abierta como algo normal y aceptable”.

 

Les mostraran como masturbarse, incluso a través de libros con escenas abiertamente explicitas y pornográficas como en los libros de texto: “Gender Queer”, “Lawn Boy, “Tengo una tía que no es monjita”, “El Príncipe y el Caballero”, entre otros muchos que ya son parte de los currículos escolares.

 

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Tan efectiva es la modificación de la sociedad a través del reclutamiento de los niños, que ya vamos viendo sus consecuencias: estudios demuestran que una vez implantada la Política de Género, la cifra de disforia de género (o sensación de inconformidad entre el sexo biológico y la identidad de género) se dispara astronómicamente, como sucedió en Suecia, un país abiertamente liberal, donde la disforia de género aumentó la absurda cifra de 1500 % entre 2008 y 2018 en los adolescentes entre 13 y 17 años de edad.

 

En agosto de 2020, El Hospital Karolinska, uno de los referentes internacionales en terapias de cambio de sexo de ese país, emitió un comunicado reconociendo que no estaba demostrado beneficio psiquiátrico con este tipo de terapia. Incluso, el centro señaló que las personas trans (o aquellos que han realizado la transición de sexo con hormonas y/o cirugía) tienen «seis veces más probabilidades de tener trastornos del estado de ánimo y ansiedad», «más de tres veces mayor probabilidad de que se le receten antidepresivos o medicamentos contra la ansiedad» y «más de seis veces más probabilidad de haber sido hospitalizadas después de un intento de suicidio». (https://www.theguardian.com/society/2020/feb/22/ssweden-teenage-transgender-row-dysphoria-diagnoses-soar ).

 

Suecia ahora admite arrepentirse de su pasado como pionera de cambios de género. (https://www.abc.es/sociedad/abci-suecia-arrepiente-pasado-como-pionera-cambios-genero-202106290116_noticia.html)

 

A pesar de que se ha demostrado que hasta un 98% de niños con disforia de género y hasta un 88% de niñas con disforia de género eventualmente transitan de vuelta a identificarse con su propio sexo biológico antes de terminar la adolescencia, cifra que representa la inmensa mayoría de los individuos (https://www.thecut.com/2016/07/whats-missing-from-the-conversation-about-transgender-kids.html y https://www.thecut.com/2016/02/fight-over-trans-kids-got-a-researcher-fired.html ), de nuevo, la Política de Género evade esta verdad científica y da permiso a que el adolescente persiga tratamiento hormonal lo antes posible, durante las etapas tempranas de la pubertad, para luego continuar con el tratamiento de cirugía transgénero antes de finalizar la adolescencia, produciendo con esto el arresto de su proceso biológico natural y una castración súbita.

 

Incluso, ya en muchos países, como en Argentina, un adolescente puede acceder a los tratamientos hormonales sin necesidad de la autorización de sus padres, a partir de los 13 años de edad. Solo se necesita la firma del consentimiento informado del adolescente para iniciar el tratamiento.

 

William Bennett, ex-secretario de Educación de los E.U.A, en su libro titulado: “The De-Valuing of America: The Fight for Our Culture and Our Children”, expresa con firmeza: “Cuando vemos lo que ha ocurrido en la vida sexual de la juventud, podemos concluir que es muy dudoso que la educación sexual que hemos impartido haya sido de algún modo benéfica”.

 

Entonces, más que encontrarnos frente a una “epidemia” de disforia de género, como pareciera que estuviera viviendo la humanidad, esta generación de niños y jóvenes son víctimas de un modelo social que les impone con radicalidad ese camino a seguir.

 

Para lograr implantarse hasta conquistar cambiar el rumbo de las nuevas generaciones, la primera estrategia que utiliza la Política de Género es intentar justificarse creando sensibilidad en la población, sobre todo en aquellos tantos quienes, ignorando el verdadero propósito detrás de la ley, se sienten en el deber de apoyar a cualquier familiar o amigo de la comunidad LGBT de ser discriminado o evitar en ellos enfermedad mental, depresión o suicidio, lo que sería indudablemente honorable. Sin embargo, aun en estos casos, la realidad estadística demuestra que sucede lo contrario.

 

Veamos por ejemplo a Brasil, uno de los países al que se le atribuyen las leyes de mayor apertura a la Ideología de Género en América Latina, y donde se ha legalizado el matrimonio homosexual desde 2013. De acuerdo a esta teoría postulada, deberíamos entonces esperar muy baja incidencia de suicidio en Brasil, pero pasa todo lo contrario: Brasil cuenta con la mayor incidencia de suicido en la población entre 15 y 29 años de edad después de los E.U., otro país con gran apertura al liberalismo global (América Latina pierde miles de vidas por suicidio cada año | DW | 09.09.2020).

 

Incluso, aun cuando los procedimientos quirúrgicos de cambio de sexo tienen éxito técnica y cosméticamente, observamos también un aumento de la incidencia de enfermedades mentales, en algunos estudios mostrando una tasa de suicidio en quienes se habían sometido a una cirugía de reasignación de sexo 20 veces mayor que la de sus pares comparables. (Https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0016885 )

 

Pudiéramos entonces concluir, de manera objetiva, que la depresión y el suicidio en esta  población vulnerable, no depende de la aceptación social de su orientación sexual y no mejora con ninguna cirugía que transforme la naturaleza del individuo al mutilarla y someterla de por vida a medicamentos que “pelean” contra la suya propia. Ninguna propuesta que esclavice va a liberar, ninguna propuesta de enfermedad va a conquistar la sanación.

 

La segunda estrategia que utiliza la Política de Género es adoctrinar a los niños y jóvenes. Pero, ¿Por qué son ellos el objetivo principal de esta campaña?

 

La respuesta es obvia: si conquistan a este grupo social garantizan un cambio en la sociedad en las próximas generaciones por venir. Por otro lado, la configuración del cerebro de los menores,  sin desarrollo del prefrontal, área del razonamiento lógico y toma de decisión, sin capacidad de discernir entre lo falso y lo verdadero, permite que la repetición continua de las ideas genere las más profundas creencias. En pocas palabras, los niños y adolescentes son fácilmente moldeables.

 

Ya habíamos heredado este importante mensaje didáctico que nos invitaba a la repetición continua como método de aprendizaje: «Graba en tu corazón los mandamientos que Yo te entrego hoy, repíteselos a tus hijos, habla de ellos tanto en casa como cuando estés de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes. Grábalos en tu mano como una señal y póntelos en la frente como tu distintivo; escríbelos en los postes de tu puerta y a la entrada de tus ciudades.» (Deuteronomio 6, 6-9)

 

“Instruye al niños en su camino y aun fuere viejo nunca se apartara de él” (Prov. 22, 6)

 

Sin embargo, quienes están aplicando y beneficiándose de estos valiosos consejos con nuestros  hijos no parecen ser sus padres, sino los legisladores, los medios de comunicación y entretenimiento y las escuelas…

 

La tercera estrategia que utiliza la Política de Género es incentivar que todo el que se oponga sea atacado, incluso a nivel de Estado. Así sucedió en Hungría, y próximamente en Polonia, donde el Parlamento, luego de mucho debate, logró finalmente aprobar una ley de protección de menores, la cual prohíbe la promoción de la educación en la diversidad de género y la cirugía de reasignación de género antes de los 18 años. Esta decisión provocó tan gran revuelo por el grueso de la oposición internacional, que incluso numerosos legisladores del Parlamento Europeo amenazaron con demandar a la Comisión y sus miembros si no se tomaban medidas más severas contra Hungría por lo que consideraban “un retroceso en derechos civiles”. (https://www.france24.com/es/europa/20210623-ley-contra-homosexualidad-hungria-union-europea).

 

Esto no es cuestión de ser “progre”, conservador, liberal, de la ultra derecha o de la izquierda. Esto no es tampoco cuestión de aceptación de los que se consideran de la comunidad LGBT, esto es cuestión de proteger conscientemente, de dejar un legado racionalmente sensato, de desear con firme propósito el bien de nuestras familias y de nuestra descendencia.

 

¡No nos dejemos engañar! No traicionemos nuestro pasado, no abandonemos nuestro futuro con pleno conocimiento de las consecuencias que ya han experimentado otros países que han caído en la trampa de la agenda globalista y reconocen que han recorrido un camino que nunca debieron haber iniciado.

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