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Por: Julián Padilla

 

Hace poco más de dos mil años el maestro paseaba por las calles de su

aldea y entró al templo. Cuando entró se dio cuenta de que los

mercaderes habían instalado una cantidad de mesas dentro para vender

comida, provisiones y cualquier cosa que la gente demandaba e incluso

encontró espacios donde tenían a la venta aves y animales.

El maestro cuando vió todo aquello reacciono con una ira santa. Tomó un

látigo y comenzó a voltear las mesas y a destruir todo aquello y diciendo

unas palabras proverbiales a los mercaderes: esto es casa de oración y

ustedes la han convertido en una cueva de ladrones. Y echó fuera a todos

los que estaban allí.

 

Ese episodio muchas veces se utiliza para querer indicar que los cambios

en las sociedades requieren del uso de la violencia, e incluso ha sido

utilizado por algunos que profesan la teología de la liberación y con ella

apoyar pensamientos marxistas o movimientos de insurrección.

El tiempo ha pasado y occidente heredó una buena parte de la filosofía

judeo cristiana y muchos de los valores que el maestro enseñó a sus

discípulos pudieron ser comunicados a los gentiles. En occidente, con el

descubrimiento de América y la evangelización del nuevo mundo, se

comenzó a sembrar la semilla de un conocimiento que en sus inicios no

eran compartidos o entendidos por los aborígenes de la época.

Sin embargo algo quedó en América a pesar del saqueo colonizador. En

Norte América, Centro América, el Caribe, Sudamérica: la mayoría de los

héroes de la independencia de nuestros pueblos mil quinientos años

después, ya habían asimilado los valores éticos y morales que provenían

de la cultura griega y Judeocristiana.

 

De ahí el surgimiento y desarrollo de la iglesia en occidente con una

multiplicidad de denominaciones, sobre todo luego de la reforma, el

movimiento evangélico comenzó a crecer en el continente americano.

La biblia, sus principios, los avances de la ciencia, el cine, la radio, la

televisión, los medios de comunicación, el mundo secular, la iglesia

católica y evangélica. Todo esto contribuyó a la diseminación de las

doctrinas bíblicas que apoyan al desarrollo del cristianismo.

Junto al avance en esta materia, nuestros pueblos continuaron en su

progreso apoyados en la ciencia y la tecnología. Y las sociedades

emprendieron su camino indetenible hacia el sueño de progreso. Y en los

países más desarrollados, las instituciones comenzaron a volverse más

solidas y más respetuosas y respetadas.

 

El sistema democrático comenzó a consolidarse. Aunque también

comenzó a crecer la brecha de pobreza, las injusticias sociales y con ello la

delincuencia y la criminalidad. Los países más pobres comenzaron un

proceso de dependencia económica hacia los más desarrollados.

En la gran mayoría de los pueblos americanos, hay una alta dosis ética,

moral y principios bíblicos, incluidas incluso en los sistemas educativos y

hasta en las legislaciones y sistemas de justicia que teóricamente les rigen.

A pesar de estas realidades, el mundo sigue siendo un mundo con un

hombre caído, donde el dios de este siglo predomina, y donde la ambición

y la codicia de unos pocos aventajados, han llevado a nuestros pueblos,

sobre todo a los latinoamericanos a un franco deterioro, a altos niveles de

corrupción, a políticos deshonestos y al crecimiento y diseminación de

flagelos que hoy por hoy corroen la sociedad post moderna.

 

Cuando tomamos el criterio de Cueva de Ladrones, iniciamos con la

referencia básica, la que se encuentra en la biblia, para señalar como la ira

santa de Jesús arremetió contra los mercaderes en el templo. Y cabe

señalar que esto sucede en muchas iglesias protestantes en nuestros días.

Líderes eclesiásticos asociados a los peores intereses y dominados por el

mismo espíritu mercurial, cuyo único propósito ha sido el trasquilar a las

ovejas, a los feligreses o miembros de las iglesias locales.

En manipular conciencias y en recibir dinero sucio del crimen organizado

para lograr ser mega iglesias.

 

Y sin embargo, este título, lo he decidido por el mundo secular. Por el

proceso indetenible de des institucionalización y de narcotización de los

estados y como el tener, ostentar y hacer dinero a cualquier precio, ha

convertido a muchos pueblos en paraísos del mal.

La República Dominicana tristemente no escapa a estas realidades, ni

eclesiásticas ni seculares. Pero tampoco nuestros pueblos hermanos en

Latinoamérica.

 

 

 

Y la cueva de ladrones a la que se refirió Jesús, hoy nos viene a la mente y

nos preguntamos, si con la incidencia que puede entenderse en la prensa

local de presidentes apresados, perseguidos por la justicia, legisladores

señalados, enjuiciados, detenidos, por su asociación al crimen organizado,

al lavado y al narco tráfico, si este congreso nacional (refiriéndome ahora

a mi país, el país que una vez fue de Juan Pablo Duarte), no se habrá

convertido ya en una cueva de ladrones.

 

Sé que son duras mis palabras, y propongo una pregunta seria, pero que

requiere más que una respuesta social, de un cambio inminente que

nuestros pueblos exigen y que debe comenzar en nuestras legislaciones.

Para abolir de una forma definitiva, la inmunidad parlamentaria

consagrada para los congresistas en la constitución dominicana, y con esto

mitigar el impacto que el dinero sucio tiene en las campañas electorales y

evitar que se siga convirtiendo el Congreso Nacional en una cueva de

delincuentes y ladrones.

 

Pero una pregunta que viene rápidamente a la mente. ¿Y cuántos

legisladores tendrían la honorabilidad para que el pueblo dominicano

pueda confiar en ellos y en sus iniciativas legislativas?

Porque si el paradigma de la codicia y el tener y el hacer dinero a toda

costa se mantiene y es lo que define la sangre que corre en nuestra guerra

electoral cada vez, para llegar y mantenerse en el poder, si este es el real

interés de nuestros verdugos (y es lo que se ha demostrado en el tiempo),

entonces, no sé si se tendrá credibilidad y legitimidad en el accionar

legislativo y en lo que podría ser en algún momento una asamblea

constituyente. Y peor aún, dudo mucho que pueda salir algo bueno de allí.

En estos momentos el país se encuentra en su peor crisis. Y la mayor crisis

que tiene el país no es ni económica ni sanitaria.

 

Es una crisis moral, ética, criminal. Tenemos una sociedad acostumbrada a

la relación clientelar, donde nada es nada y todo es todo, donde mucha

gente hace cualquier cosa para salir de la pobreza y esto incluye:

prostituirse, entrar en el micro tráfico, lavar dinero, prestar su nombre

para ser testaferro en esos procesos de lavado, financiar campañas

políticas, entrar de manera personal a la política, y blanquear capitales

escudándose en una inmunidad parlamentaria que no les hace

honorables.

 

La crisis del pueblo dominicano, es una crisis de honorabilidad. Es

profunda y en el fondo nadie cree en nadie. Vale subrayar: EN NADIE.

Y todo se distorsiona con la chercha, con la jooka, ahora con la promoción

del teteo, las fiestas, las orgias, la carnicería desde el poder. Y la

manipulación de las masas para que la gente común piense que todo está

bien y que no está pasando nada.

 

Nos enfrentamos a la peor crisis ética y moral desde la fundación de la

república.

 

Creemos que el sistema democrático dominicano debe ser rediseñado y

necesariamente cambiar muchos de los actores, en todos los órganos

constitucionales, altas cortes, ministerios y direcciones generales.

El criterio de que ahora me toca a mí está entre los tuétanos de un

montón de funcionarios. Personas que sabían de antemano como era que

se batía el cobre. Pues por eso muchos querían llegar al poder.

Nuestro presidente Luis Abinader no puede solo. Pero lamentablemente

tiene que gobernar con lo que tiene a la mano y cumplir con compromisos

políticos. En un momento donde solo los mejores hombres y mujeres del

país deberían tener cabida para restaurar nuevamente la nación.

El presidente Abinader tiene que estar sufriendo como el que mas, el

desastre que un porcentaje de gente nombrada pero mal intencionada

hace cada día, sumando escándalos tras escándalos. Esto a pesar los

controles internos y de las amenazas de auditoría de la cámara de

cuentas.

 

En una ocasión el ex presidente Balaguer dijo una frase que vale la pena

traer: ¨la honestidad no es privilegio de los años sino de la cuna, nacemos

honestos como se nace artista¨.

 

Y ya hemos conocido casos de jóvenes, que tal vez aprendieron sus

artimañas en sus cunas, quienes tuvieron la oportunidad de participar en

los gobiernos de turno, enriquecerse, usar de manera indebida recursos

públicos, defalcar el estado. Luego simplemente señalados y luego todo

callado, pues al parecer no existen vacas sagradas pero si compromisos

políticos.

 

Pero la sociedad dominicana ya no aguanta mucho más y la pus como el

agua comienza a brotar por todas partes y buscar caminos y brotará por

todas las instituciones e incluso en los órganos constitucionales.

Relanzar la República Dominicana no será un proceso de proyección de

imágenes mediantes los medios y redes sociales. Es imposible tapar el sol

con un dedo, o modificar el olor a pus con algún detergente.

 

¿Porque?, porque la verdad sale a flote, pues como el agua fluye y toma la

forma que el camino le da y sigue rumbo a su objetivo natural:

desembocar en el mar.

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